En Benín, Costa de Marfil y Níger, las Ligas por los Derechos de las Mujeres unen sus fuerzas en un proyecto ambicioso: crear sistemas nacionales para recopilar datos de calidad sobre la violencia de género. ¿Para qué? Para poder basarse en datos fiables e incuestionables para entender el alcance de este fenómeno e implementar políticas públicas eficaces que le planten cara.
DATOS OFICIALES: LA PARTE VISIBLE DEL ICEBERG DE LA VIOLENCIA
«Sin datos eficaces y de calidad sobre la violencia de género, la lucha tampoco será eficaz y las autoridades no tendrán motivo alguno para poner en marcha políticas públicas de prevención, ni sancionarán a los autores, niprestarán ayuda a las supervivientes», miembra de las Ligas por los Derechos de las Mujeres.
En los tres países, los datos sobre violencia de género se elaboran y difunden a través de organizaciones e instituciones con protocolos, modelos de cálculo y sistemas de análisis diferentes. Por lo tanto, los datos no son fiables ni representativos de la situación en ninguno de los territorios. Según las Ligas, aunque existen plataformas gubernamentales, estas no comunican los datos, o lo hacen muy de vez en cuando, y se deben mejorar. Con la creación de un único protocolo, las Ligas pretenden mejorar la fiabilidad de estos datos para que reflejen la realidad de la violencia en los tres países.
En Benín, Costa de Marfil y Níger, prácticamente no existen datos cualitativos ni cuantitativos recientes de violencia de género. Los sistemas de recopilación de datos no se desvelan al público, así como tampoco se permite acceder a los datos completos. Como consecuencia, la situación en cada uno de los tres países es alarmante: las cifras publicadas no representan ni un atisbo de la gravedad del fenómeno global. Las sobrevivientes, ya sea por miedo a los agresores o a ser juzgadas por su entorno, por falta de confianza en las instituciones o porque no saben a quién acudir, se quedan calladas cuando sufren algún trauma. Esto sucede, sobre todo, por los tabús socioculturales y la estigmatización de las víctimas, un freno para liberar la voz de las mujeres.
«COMPTER POUR TOUTES» (CONTAR CON TODAS): UNA CAMPAÑA REGIONAL AMBICIOSA
«Los tres países en los que se llevará a cabo el proyecto comparten las mismas realidades sobre la violencia sexual y sexista contra las mujeres y niñas. Estos problemas se deben abordar con urgencia y, para ello, hacen falta acciones conjuntas y sinérgicas a nivel regional», miembra de las Ligas por los Derechos de las Mujeres.
«Compter pour toutes» es la misión que se han propuesto las Ligas. Conferencias de prensa, campañas digitales, talleres de intercambio con las sobrevivientes, eventos públicos, encuentros con las instituciones a nivel nacional: las Ligas no escatiman en esfuerzos para convencer a las autoridades con poder de decisión sobre la necesidad de recopilar datos fiables sobre la violencia de género porque la situación es urgente. Tanto en Benín como en Níger o en Costa de Marfil, los procesos judiciales se desconocen y son complejos, largos y costosos, lo que impide que las víctimas puedan acceder a la justicia.
En el caso de Costa de Marfil, según los datos oficiales, se registraron 416 feminicidios entre 2019 y 2020; sin embargo, tan solo en 2019, los servicios sociales recibieron denuncias y atendieron 5405 casos de violencia de género. Teniendo en cuenta que en el país residen más de 28 millones de personas, y que a nivel mundial se ha determinado que una de cada tres mujeres ha sufrido violencia a lo largo de su vida, los datos parecen falsificados y parciales. Los compromisos concretos, la aplicación de las leyes y los recursos asignados siguen siendo limitados y no progresan. Por ejemplo, el país tan solo dispone de un centro público de acogida y refugio para las víctimas de violencia de género.
Igual que en los otros dos países, la falta de datos creíbles sobre la violencia de género en Costa de Marfil tiene un gran impacto en su consideración a nivel nacional y dificulta el acceso de las víctimas a la justicia. Pero las asociaciones como las Ligas se movilizan ante este problema, a pesar de disponer de presupuestos muy bajos. Las organizaciones feministas desempeñan un papel crucial como intermediarios entre las instituciones y las comunidades para conseguir que la lucha contra la violencia de género progrese.
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