En las zonas rurales, la tierra es un bien muy preciado y, a veces, el único al que se puede acceder. Tener un terreno en propiedad permite a la mujer emanciparse, lograr su autonomía económica, solicitar un crédito para poder abrir un negocio y, lo que es más importante, sustentar a su familia. Sin embargo, en la actualidad, muchas mujeres no tienen derecho a la tierra.
ALIMENTAN AL PLANETA, PERO NO RECOGEN SUS FRUTOS
Las mujeres son un elemento clave en el sector agrícola. Representan más del 37 % de la mano de obra agrícola en el mundo, el 48 % en países con bajos ingresos, y el 80 % en los países del Sahel. De los 600 millones de pequeños ganaderos del mundo, las mujeres suponen el 50 %.
En África, las mujeres generan el 70 % de la producción alimentaria. Se hacen cargo de la mitad de la mano de obra agrícola y del 80 al 90 % del procesado, almacenaje y transporte de los alimentos. En definitiva, las mujeres garantizan en gran medida la seguridad alimentaria y nutricional del mundo.
Sin embargo, no son las propietarias de las tierras agrícolas que trabajan. De hecho, menos del 20 % de los terratenientes de todo el mundo son mujeres. En el Norte de África y Oriente Medio, el número de mujeres propietarias de tierras agrícolas no alcanza el 5 %, mientras que, en África Subsahariana, la cifra asciende al 15 % de media.
EL DERECHO CONSUETUDINARIO Y LAS TRADICIONES EN ÁFRICA
A menudo, las mujeres no tienen derechos territoriales. Los propietarios de la tierra suelen ser hombres; las mujeres solo pueden acceder a ella por medio de un familiar masculino (normalmente su marido o padre).
En caso de herencia, los derechos territoriales se adjudican a los hijos. En algunos casos, una mujer puede usar la tierra de su padre antes de casarse; sin embargo, en muchas comunidades, cuando esta se casa pierde ese derecho porque se supone que «accede» a las tierras de su marido. Cuando el propietario fallece, las tierras se adjudican directamente a los hijos, y si no tiene, a cualquier otro hombre de la familia.
La ley garantiza un acceso igualitario a la propiedad, pero en la práctica, las leyes comunitarias y el derecho consuetudinario prevalecen. Las mujeres dependen de sus maridos, a quienes consideran los jefes de la familia y quienes poseen las tierras, deciden su uso y reparten el trabajo entre los miembros de la familia. Aunque cada comunidad tiene sus propias tradiciones, todas coinciden en arrebatar a las mujeres el derecho a la propiedad.
Las asociaciones luchan para mejorar y desarrollar leyes que garanticen los derechos territoriales de las mujeres y eliminen las normas y prácticas sociales que les perjudican.
EN CHAD, LAS ASOCIACIONES SE MOVILIZAN PARA GARANTIZAR LA SEGURIDAD ECONÓMICA DE LAS MUJERES
En Pala, la Association des Femmes pour l’Autopromotion (AFAP, Asociación de Mujeres para la Autopromoción) apoya y supervisa la creación de actividades económicas para que las mujeres de las zonas rurales puedan salir de la pobreza. El proyecto, financiado por Feministas en Acción, ayuda a 250 mujeres y chicas jóvenes que se han agrupado y formado en diversos sectores, como agricultura, procesado y comercialización, ganadería y horticultura. Sin embargo, sus negocios no obtienen los resultados esperados; el cambio climático ha empobrecido las tierras y las participantes sacan muy pocos beneficios de sus ventas. La intención de la asociación es prestarles ayuda para garantizar su autonomía económica.
Feministas en Acción también financia a la Organisation Internationale des Femmes du Millénaire (OIFM, Organización Internacional de Mujeres del Milenio), en Mandoul. Esta asociación forma, apoya y financia a 30 grupos de mujeres de zonas rurales para promover sus negocios. Gracias a un fondo circulante del que disponen, la asociación podrá conceder pequeños créditos a estas mujeres para que inicien sus negocios de procesado de productos y generen ingresos suficientes para que en un futuro puedan comprar sus propias tierras.
Sin derecho a la tierra, las agricultoras no tienen seguridad económica. Sin seguridad económica, emanciparse es muy difícil. En la actualidad, con la creciente inseguridad alimentaria, es esencial que las mujeres puedan ser propietarias de las tierras que cultivan. Si quieres saber más sobre las asociaciones a las que apoya Feministas en Acción, haz clic aquí.