Solemos decir que la revolución feminista ha avanzado, a lo largo de la historia, gracias a grandes «olas»: la primera se centró en la reivindicación de los derechos civiles, políticos y sociales; la segunda, en la liberación del cuerpo de la mujer, y la tercera y actual pone sobre la mesa la interseccionalidad y la lucha contra la violencia de género. Latinoamérica es el ejemplo perfecto. La asociación Hijas de Pandora (Ecuador) y las redes de organizaciones RedLAC (México) e IncideJoven (Guatemala), financiadas con la ayuda de Feministas en Acción y compuestas en exclusiva por feministas jóvenes, nos comparten su visión y nos hablan de sus luchas en estos frentes.
La interseccionalidad, un valor crucial para las jóvenes feministas
A lo largo de estos últimos años, ha nacido una nueva generación de feministas en Latinoamérica. Siguen los pasos de sus predecesoras, pero aportan un soplo de aire fresco a los movimientos feministas. La interseccionalidad es una de las mayores preocupaciones de las jóvenes feministas latinoamericanas.
Se trata de un concepto sociológico que define la manera en la que las diferentes formas de opresión (racismo, sexismo, homofobia, transfobia, validismo, etc.) se combinan y se refuerzan entre sí. Por ejemplo, la experiencia y las vivencias de una mujer negra con discapacidad no tendrán nada que ver con las de una mujer blanca sin discapacidad.
La asociación mexicana Colectiva Iranu, perteneciente a la red RedLAC (la Red Latinoamericana y Caribeña de Jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos) demuestra la importancia de este concepto: «Somos mujeres jóvenes indígenas […] y formamos parte de la red […]. Somos jóvenes muy diversas y trabajamos desde nuestros contextos locales, pues somos indígenas, afro, procedemos de medios rurales o urbanos y gozamos de una gran diversidad sexual». La asociación Las Hijas de Pandora concuerda con esta visión: «para nosotras, la interseccionalidad es un tema transcendental, y así se puede ver en cada uno de los proyectos que llevamos a cabo».
La lucha contra la violencia de género, potenciada por el movimiento internacional Me Too, está en su mejor momento
Las nuevas generaciones de feministas están muy comprometidas con la lucha contra la violencia de género. La situación es alarmante: en 2021, cada hora 5 mujeres fueron asesinadas por un individuo de su entorno en todo el mundo. El movimiento Me Too ha llegado a Latinoamérica, así como a otras muchas partes del mundo, y ha contribuido a aumentar las denuncias, protestas y manifestaciones contra la violencia de género. Sin embargo, la lucha contra la violencia de género ya existía en Latinoamérica antes de la llegada de este movimiento, pues las feministas tuvieron que hacer frente a la brutalidad de las dictaduras.
La red Incide Joven es testigo de este movimiento contra el trato que se da a las mujeres: «Nuestro objetivo es fomentar el libre ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, por eso luchamos para eliminar la violencia de género». Para conseguir su objetivo, Incide Joven organiza talleres de prevención destinados a diversos tipos de público: «para adolescentes, jóvenes, padres, cuidadores y funcionarios que trabajan mano a mano con adolescentes y jóvenes». «En nuestros talleres, desmontamos los roles y los estereotipos de género […]. También es importante tratar la cuestión del consentimiento».
Las redes sociales: una herramienta tan útil como peligrosa para las jóvenes feministas
Las OSC libran estos combates con orgullo, tanto en las calles como en las redes sociales. Estas plataformas permiten difundir mensajes y aliarse con otras organizaciones. Como cuenta RedLAC, las redes «nos han permitido conocer a compañeras, jóvenes y organizaciones […], gracias a ellas, hemos descubierto otras luchas». Las Hijas de Pandora opinan igual: «las redes sociales han permitido que nuestra asociación llegue a personas y mujeres de todo el mundo».
Sin embargo, como caja de resonancia de la sociedad, las redes sociales son están libres de depredación y violencia de género. El acoso virtual es más común de lo deseado. Las mujeres y minorías de géneros son objeto de insultos y violencia a diario. RedLAC nos cuenta su experiencia: «nos someten a una gran intimidación […], han expuesto nuestras vidas y nuestros datos personales, por lo que nos hemos visto con la obligación de retirarnos de forma temporal de este espacio […], e incluso hemos tenido que cambiar nuestros números de teléfono».
La nueva generación de feministas, orgullosas herederas de las activistas de la primera y la segunda ola, continúan la lucha, pero adaptándola a su época. Son seguras, creativas, alegres y valientes, y están dispuestas a asumir nuevos retos, tanto en Latinoamérica como en el mundo entero.