Lucrèce Avahouin es la presidenta de Biowa, una asociación de Benín que lucha para promover los derechos de la mujer, especialmente la salud y los derechos sexuales y reproductivos. Hace poco, Biowa publicó una recopilación de testimonios de chicas adolescentes supervivientes de violencia de género. En este artículo, Lucrèce nos explica la importancia de que sus voces se escuchen.
Hace poco publicaste un informe que recopila varios testimonios de víctimas de violencia de género. ¿Cuál era el objetivo de esta publicación?
L.A.: «El objetivo principal es concienciar a la población sobre los actos y comentarios degradantes que favorecen la desigualdad entre niñas y niños. Pero mi intención también era sacar a la luz el sufrimiento por el que pasan las niñas, incluso en las zonas más remotas, y animar a otras supervivientes a romper su silencio. Hemos querido publicar las vivencias de las supervivientes de violencias sexistas y sexuales para mostrar que estas prácticas tan nocivas siguen existiendo, sobre todo en las zonas más apartadas. Con esta iniciativa, contribuimos a acabar con los tabúes y el estigma asociado a la violencia contra las mujeres y niñas».
¿En qué contexto escuchaste estos testimonios? ¿Cómo has conseguido crear un clima de confianza y un espacio lo suficientemente tranquilo como para que las supervivientes rompan su silencio?
L.A.: «Realizamos esta actividad en 2023 en unas jornadas de activismo de 16 días contra la violencia de mujeres y niñas con la ayuda del proyecto Feministas en Acción. Escuchamos estos testimonios en un taller en el que permitíamos a las chicas hablar de sus historias, sus vivencias y la violencia que habían sufrido. Como la actividad se desarrolló en presencia de psicólogos y de una asistenta social, las chicas se sintieron con la seguridad suficiente para abrirse completamente».
¿Por qué es tan importante para ti publicar estos testimonios y hacer que las voces de estas adolescentes sean las protagonistas de este recopilatorio?
L.A.: «Quería publicar los testimonios de estas adolescentes para reducir los casos de violencia contra las mujeres y adolescentes silenciadas y animarlas a sacar fuerzas. Al compartir sus vivencias con otras adolescentes, contribuyen a desmitificar la vergüenza y la culpa asociadas a la violencia. Creemos que si ponemos el foco de atención en las adolescentes, conseguiremos que los padres y madres de las jóvenes se cuestionen, empiecen a desempeñar correctamente su papel, protejan a las niñas y saquen tiempo para hablar de temas tabú en nuestra comunidad. Con esto, también tratamos de dar respuesta a sus preguntas».
¿Nos puedes hablar de los clubs sociales de adolescentes? ¿Qué temas tratáis en las sesiones?
L.A.: «Hemos creado clubs locales de adolescentes no escolarizadas que quieren concienciar, asesorar y orientar a sus compañeras en igualdad de género y salud sexual y reproductiva. Son embajadoras de la asociación y su papel consiste en animar a las chicas a denunciar sin miedo la violencia en sus comunidades, con la ayuda de los líderes comunitarios. Abordamos temas como la violencia sexual contra las chicas, el matrimonio adolescente e infantil, la prevención de VIH/SIDA y de las ETS, la sexualidad o la violencia de género, y enseñamos a decir “no” a una relación sexual forzada».
¿Cómo conseguiste crear un espacio propicio para que las participantes rompieran su silencio y pudieras acompañarlas durante este proceso?
L.A.: «Damos charlas educativas en la comunidad, en un entorno concreto que permite a las jóvenes expresarse, sentirse seguras y preguntar sin miedo. Hacemos todo lo posible para conseguir que estos espacios sean seguros. Los responsables de los centros de promoción social también nos ayudaron a identificar a las supervivientes de violencia sexual y sexista para que pudiéramos trabajar con ellas».
¿Cuál es el papel de las embajadoras que educan a sus compañeras?
L.A.: «Estas adolescentes tienen un papel muy particular. Son jóvenes que hemos identificado gracias a la ayuda de los líderes comunitarios. Las hemos formado y equipado para tratar diversos temas y convertirse en educadoras en sus comunidades o en entornos extraescolares. La función de estas embajadoras es conseguir que sus compañeras asistan a las sesiones de concienciación. También suelen ser las encargadas de organizar estas sesiones porque entre adolescentes saben cómo hablarse y qué decirse para abrirse más fácilmente. Estas jóvenes ayudan a sus compañeras a denunciar sin miedo a los agresores, ni a los estigmas, ni a las etiquetas».