El 4 y 5 de octubre, Francia acogió la XIX Cumbre de la Francofonía entre París y Villers-Cotterêts. Para la ocasión, se desplazaron una cincuentena de jefes y jefas de Estado y de Gobierno. En el programa se incluyeron, principalmente, numerosos debates sobre las diversas crisis que sufren los países francófonos y las mejores formas de hacerles frente. Sin embargo, este ha sido también el momento que ha elegido Francia para incumplir, una vez más, sus compromisos con la ayuda oficial al desarrollo.
LA SOLIDARIDAD INTERNACIONAL: GRAN PERDEDORA DE LOS RECORTES PRESUPUESTARIOS
Ya en febrero de 2024, el argumento de la austeridad bastó para justificar un recorte neto de 800 millones de euros en el presupuesto francés destinado a la ayuda oficial al desarrollo; es decir, una reducción del 13 %. En respuesta, la sociedad civil movilizó y denunció las consecuencias desastrosas que dicha decisión tendría sobre la población más vulnerable y la completa incoherencia entre las palabras y los hechos. Este recorte se anunció tan solo unas semanas antes de la Cumbre para un Nuevo Pacto Financiero Mundial organizado por… ¡Francia! Una cumbre que, irónicamente, tenía como objetivo elaborar un plan ambicioso para luchar contra los estragos de la desregulación climática y reducir de forma significativa la pobreza.
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Mientras Emmanuel Macron se reúne con sus homólogos cerca de París e insiste en la importancia de la solidaridad entre países francófonos, los primeros elementos del futuro proyecto de Ley financiera anuncian un nuevo recorte de 1 300 millones de euros para la ayuda oficial al desarrollo. Si juntamos ambos recortes, se ha reducido un 30 % del presupuesto dedicado a la solidaridad internacional mientras que las crisis humanitarias siguen multiplicándose por todo el mundo.
EN UN MOMENTO EN QUE LAS NECESIDADES HUMANITARIAS SE EXTIENDEN POR TODO EL MUNDO
Conflictos armados, crisis climáticas, violencia contra mujeres y niñas: los países francófonos se enfrentan a un sinfín de retos que no se pueden superar con simples discursos y declaraciones. Según un informe publicado por Oxfam France, en 2022, una de cada seis personas pasaba hambre de forma permanente, y una de cada tres no tenía acceso seguro y suficiente a agua en países francófonos*. Entre 2018 y 2023, otros 32 millones de francófonos cayeron en una situación de emergencia humanitaria que requería ayuda vital. En 2023, eran 70 millones de francófonos los que necesitaban ayuda humanitaria, lo que equivale a la población de toda Francia.
¡EXISTEN SOLUCIONES!
Un recorte presupuestario tan importante es, ante todo, una decisión política: no es, para nada, la única solución que el Gobierno tiene sobre la mesa. Desde hace muchos años, las asociaciones francesas reclaman que el Impuesto sobre las Transacciones Financieras (ITF) se aplique mejor: aumentando su tasa y eliminando ciertas exenciones, el Estado incrementaría sus ingresos en 3 000 millones de euros cada año. Igual que sucede con el impuesto de solidaridad en los billetes de avión: ajustar su baremo supondría una ganancia financiera de varios miles de millones de euros.
En su artículo de opinión publicado por la revista Jeune Afrique, el colectivo Coordination Sud pide al Gobierno francés que no abandone la solidaridad internacional:«En lugar de replegarse sobre sí misma, Francia puede reafirmar su voluntad de apoyar a las mujeres y hombres afectados por la pobreza y [ser] una nación que confía en la cooperación entre los pueblos y no un Estado que pisotea los valores de solidaridad y humanidad».
*Países cuya lengua oficial o cooficial es el francés (incluyendo Burkina Faso y Mali, donde se ha eliminado recientemente el francés como lengua oficial), es decir, 29 países y 508 millones de francófonos en 2023.